El tiempo, es un concepto que tendríamos que trabajar con nuestras niñas y niños para que lo asuman desde muy pequeños. Es un concepto que, bien integrado, ayuda a establecer la base de muchos aprendizajes. Situarnos en el hoy, ayer o mañana, ubicarnos en el presente, pasado o futuro, el día en el que estamos, el mes o la estación, nos ubica y equilibra de un modo importante. Una buena secuenciación, nos permite dar orden a muchos de los acontecimientos vividos, a la hora de memorizarlos y a la hora de recuperar la información almacenada. Del mismo modo, la secuenciación interviene directamente en la lectoescritura, pues el orden de las letras nos permite construir palabras y, en consecuencia, frases.

Durante esta cuarentena, en muchos hogares se han abandonado horarios y ritmos de vida cotidianos; los peques se han ido más tarde a la cama, se han despertado sin hora, no han cumplido rutinas escolares…. El reloj, en definitiva, ha dejado de funcionar en muchas casas.

Ahora, acaban las clases y cambiamos de estación, llega el verano pero no huele a vacaciones. La sucesión de acontecimientos desdibuja los patrones temporales. Por ello, deberíamos buscar puntos de partida, fechas señaladas como la noche de San Juan, que permitan a los más pequeños reencontrase con las ansiadas vacaciones. Recuperar la enorme ilusión con la que todos hemos esperado ese momento en nuestra infancia. Quizás, de ese modo, la reiterada “nueva normalidad”, encaje en el mundo de los más pequeños.

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